En Arteterapia Gestalt, el arte se convierte en un recurso que nos permite expresar lo que hay. Esto genera una relación entre terapeuta, paciente y obra; donde la atención se centra en el límite o frontera de contacto. Es en este espacio donde se da lo nuevo, donde se producen los cambios, donde aparecen las nuevas visiones, los nuevos apoyos y donde la intervención terapéutica cobra valor.
A través de la Arteterapia Gestalt construimos puentes que nos permiten establecer un contacto donde la comunicación, la espontaneidad, la creatividad, el respeto, la confianza, el compromiso, la responsabilidad, son traídos al encuentro, y por lo tanto al desarrollo de la persona.
Cada sesión de Arteterapia Gestalt nos permite tomar conciencia de lo que está presente, aquí y ahora; permitiendo y potenciando que sea el paciente quien tome las riendas de sus propias decisiones y elecciones, observando como éstas ponen en juego nuestra dependencia y relación con un entorno siempre cambiante, siempre nuevo. Aquí aparecen los anclajes, las formas o ajustes conservadores, la posibilidad de utilizar la capacidad creativa para emprender nuevos ajustes, la sensación de sentir el apoyo y el apoyo en las sensaciones y percepciones, el aflorar de las emociones y sentimientos y el fluir de los mismos en relación con el entorno y con la propia psique.
El estar ante un triángulo (terapeuta, paciente, obra de arte), nos aporta diferentes vértices por los que asomarnos a los ángulos de visión de todo lo que sucede dentro y fuera. Esta riqueza hace de la Arteterapia Gestalt una valiosa experiencia en el desarrollo personal.